Tienes un destino

Verónica Burlock, Pastora de Adoración, Wheaton | 27 de mayo de 2024

El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo encontró, lo volvió a esconder, y luego, lleno de alegría, fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo. A su vez, el Reino de los Cielos es como un comerciante que busca perlas finas. Cuando encontró una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.
Mateo 13:44-46


El verano pasado, sentí que Dios se preparaba para hacer algo enorme en mi vida. Con ilusión, terminé el contrato de arrendamiento de mi casa, guardé todas mis cosas y esperé a que Dios me dijera: «Vete». Estaba apoyada en las puntas de los pies, lista para hacer o decir lo que fuera. Pasó una semana. Y luego otra semana. Y luego un mes. Nada. Pensé que este viaje sería aventurero, divertido y glamuroso, pero la espera fue insoportable; no se parecía en nada a la aventura idealizada que tenía en mente. 

La Escritura de hoy es una parábola sobre la búsqueda de Dios y su reino. Cuando entendemos que Dios es nuestra fuente de todo, buscarlo a Él y a su reino se convierte en nuestra primera prioridad. El libro de Tony Evans, Destino , profundiza en Mateo 6:33, que dice: «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». Antes de leer este libro, confiaba en mis propias habilidades para hacer todo: quería ascender en el trabajo y trabajar más duro. Quería hacer un viaje y empezar a planificar. Necesitaba más provisiones y encontrar un trabajo extra. A través del libro y la obra del Espíritu Santo, aprendí que mi primer paso debería ser buscar a Dios y su reino. Entender que Él ha puesto un propósito en mi vida para el avance de su reino me ayudó a ver que Dios es el único que sabe cuál es mi destino, así que necesito que me guíe.

El verano pasado, después de tres meses durmiendo en el sofá de mi hermana esperando a Dios, sentí que no tenía nada, ni siquiera una puerta que pudiera llamar mía. Y, sin embargo, esa experiencia lo cambió todo en mí: a quién recurro primero, a quién recurro primero y cómo tomo decisiones. Ese verano no fue un verano de glamour y aventura; fue un verano de desmoronamiento y despojo. Una temporada que tenía que llegar. Dolorosa pero necesaria, difícil pero valió la pena. 

Tener una relación con Dios es más que simplemente amarlo profundamente. Tener una relación con Él significa que acudimos a Él primero —buscamos su Reino— en nuestras vidas para que, a través de nuestras circunstancias, Él nos guíe a cumplir nuestro propósito. Él nos ofrece más que solo una buena vida y un lugar donde podamos vivir cómodamente el resto de nuestros días. Nos ofrece la oportunidad de vivir la vida al máximo, impulsando su Reino.

Próximos pasos

Tómate un momento y piensa en una decisión que estés tomando. Puede ser grande o pequeña; solo piensa en algo de tu vida diaria. Invita a Dios a la situación, declara tu confianza en Él y pídele sabiduría mientras escuchas su guía.