¿Cómo experimentas a Dios?

Kerri Ash, escritora voluntaria, South Barrington | 12 de abril de 2024

Sigan siendo compasivos con quienes aún tienen dudas.
Judas 22 (TPT)


En mi práctica de Dirección Espiritual, una de mis preguntas favoritas para mis clientes es "¿Cómo experimentas a Dios?". A menudo, responden con cosas como "Lo veo en la naturaleza" o "Él me dio a mis hijos". Nuestras circunstancias, o en otras palabras, las cosas que suceden fuera de nosotros, pueden revelar a Dios de maneras hermosas. Pero lo que más me gusta escuchar es cómo experimentan a Dios en su espíritu, alma y cuerpo.  

Nuestra relación con Dios y nuestra experiencia de Él residen en lo invisible de nuestro interior y son mucho más profundas que las circunstancias que nos rodean. Romanos 8:16 nos dice que una vez que aceptamos que Jesús llevó el castigo por nuestros pecados, el Espíritu Santo de Dios se conecta con nuestro espíritu para confirmarnos que somos verdaderamente sus hijos. Esta conexión con su Espíritu, que cada uno siente de forma diferente, continúa creciendo a medida que nuestra relación con nuestro Padre se profundiza. Por ejemplo, una de las maneras en que experimento a Dios es cuando surge un pensamiento que proviene de Él; siento una oleada de emoción en el pecho que puede hacerme llorar; lágrimas sutiles pero indescriptibles y emociones que se sienten muy diferentes a las que surgen como resultado de mis circunstancias.

Si permitimos que las circunstancias que nos rodean definan nuestra experiencia de Dios —en lugar de lo que experimentamos en nuestro espíritu, alma y cuerpo—, podemos abrir la puerta a un espíritu de duda. Por ejemplo, si algo terrible sucede en nuestra vida, podríamos sentirnos tentados a dudar de la bondad de Dios o de su afecto por nosotros. Pero si nuestra conexión interior con Él define nuestra experiencia de Él, podemos estar en paz sin importar las circunstancias. Por eso es tan importante reconocer nuestra experiencia interior de Él. 

Todos somos susceptibles a la duda; incluso Felipe y Tomás, quienes conocieron personalmente a Jesús, necesitaban una prueba visual y física de que era el Hijo de Dios. Y Jesús fue paciente con ellos, amándolos a pesar de ello. En el pasaje de hoy, Judas nos recuerda que también debemos tener compasión de quienes dudan. Podemos hacerlo amándolos como Jesús los ama y pidiéndole a Dios que les conceda una profunda experiencia interior de Él, propia de ellos.

Próximos pasos

¿Cómo experimentas a Dios? ¿Qué percibes o sientes cuando sabes que el Espíritu Santo de Dios está conectado con tu espíritu? Quizás recibas una inexplicable sensación de paz, una certeza interior o una inspiración. Quizás incluso hayas "escuchado" alguna palabra, pero no con tus oídos, o hayas tenido un sueño o una visión. Si es así, tómate un momento para agradecer a Dios por revelarse a ti. Si aún no has notado cómo lo experimentas en tu ser, tómate un tiempo para estar en silencio y orar, pidiéndole a su Espíritu Santo que revele su presencia en ti. Después, reflexiona sobre lo que experimentaste en tu cuerpo y en tu espíritu mientras orabas.