Encontrado: El verdadero yo

Kerri Ash, escritora voluntaria, South Barrington | 7 de agosto de 2023

Los recaudadores de impuestos y otros pecadores conocidos acudían con frecuencia a escuchar las enseñanzas de Jesús. Esto provocó que los fariseos y maestros de la ley religiosa se quejaran de que se relacionaba con tales pecadores, ¡incluso comía con ellos!

– Lucas 15:1-2


A los humanos nos encantan las medidas y las comparaciones. Altura, peso, dinero, boletas de calificaciones, resultados de exámenes… Hay tantas maneras en que podemos caer en la tentación de compararnos con otros para buscar nuestro lugar o identidad en el mundo:

  • No soy el más inteligente de la sala, pero probablemente estoy en el percentil 75…  
  • No soy muy organizado, pero soy mejor que fulano…  
  • No leo mi Biblia todos los días como mi amigo, pero la leo más que mi otro amigo…  

Las mediciones y comparaciones suelen surgir cuando sentimos una insatisfacción subyacente con nosotros mismos. En lugar de buscar la fuente de nuestro valor e identidad, nuestro Creador Amoroso, buscamos maneras en este mundo de sentirnos mejor con nosotros mismos.  

Los fariseos ganaron todas sus comparaciones. A sus propios ojos, eran más santos, más sabios y más cercanos a Dios que cualquier israelita. Pablo nos enseña: «Cuando se comparan y se miden unos a otros, son insensatos» (2 Corintios 10:12, NVI). Jesús lo vio: los fariseos perdieron su verdadero yo, creado por Dios, y adoptaron una identidad definida por la percepción de su lugar en el mundo.   

Acompáñenme en un viaje imaginativo por un momento:  

Imagínate en un espacio donde estás solo. Ahora imagina que Dios, Jesús y el Espíritu Santo están contigo. Imagina a Dios creándote, seleccionando intencionalmente lo justo de cada parte de ti. Te asigna un propósito, te declara "Muy Bueno" (Génesis 1:31) y te da a Jesús para que te colme de gracia para el resto. No piensa en nadie más cuando te crea, así que no compara tus fortalezas ni debilidades con las de nadie más; su éxtasis al contemplarte se debe a que te ama tal como te creó, con todo y defectos. Eres su hijo.  

Recuerda que cada vez que entras en su presencia, así es como Él te ve y siente por ti. Descansa en esta Verdad por un momento.

Nuestra identidad es eterna y trasciende nuestro tiempo en este mundo. Observe que cada parábola de Lucas 15 muestra la celebración de encontrar algo perdido: una oveja, una moneda, un hijo… ¡Imagínese la alegría del Señor cuando, tras perdernos en la comparación mundana, encontramos nuestro verdadero ser! 

Próximos pasos 

La próxima vez que descubras que te estás comparando con alguien más, intenta acercarte a Dios y permítele verte como su hijo/a encantador/a, con todo y defectos. Sabiendo que Él te inculcó intencionalmente todas tus cualidades, pídele a su Espíritu Santo que te ayude a verte como Él te ve y a amarte como Él te ama. Dale gracias por cómo te creó.