Incluso lo mísero puede ser milagroso
Willow Creek | 20 de junio de 2022

Los relatos escritos de Jesús en la Biblia (llamados los Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan) están repletos de historias de sus milagros. Jesús caminó sobre el agua, resucitó a un hombre de entre los muertos, sanó a un leproso, convirtió el agua en vino y alimentó a miles de personas, ¡dos veces!
La historia de Jesús alimentando a 5.000 personas es el único milagro, además de su resurrección, registrado en los cuatro Evangelios. La versión de Juan dice lo siguiente:
Algún tiempo después, Jesús cruzó a la otra orilla del mar de Galilea (es decir, el mar de Tiberíades), y una gran multitud lo seguía porque veían las señales que había realizado sanando a los enfermos. Entonces Jesús subió a la ladera de una montaña y se sentó con sus discípulos. Se acercaba la fiesta de la Pascua judía.
Cuando Jesús levantó la vista y vio que una gran multitud venía hacia él, le preguntó a Felipe: «¿Dónde compraremos pan para que coma esta gente?» Preguntó esto solo para ponerlo a prueba, porque ya tenía en mente lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: «¡Se necesitaría más de medio año de salario para comprar suficiente pan para que cada uno pueda comer un bocado!»
Otro de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada pequeños y dos pececillos; pero ¿hasta dónde alcanzarán entre tantos?»
Jesús dijo: «Que la gente se siente». Había mucha hierba en aquel lugar, y se sentaron (había unos cinco mil hombres). Jesús tomó entonces los panes, dio gracias y distribuyó a los que estaban sentados cuanto quisieron. Hizo lo mismo con el pescado.
Cuando todos comieron lo suficiente, les dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que sobraron. Que no se desperdicie nada». Así que los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.
—Juan 6:1–14
El hecho de que Jesús pudiera tomar cinco panes y dos peces y alimentar a 5.000 hombres (más mujeres y niños) es realmente un milagro, pero hay algunos pequeños detalles a los que es importante prestar atención:
Jesús no hace preguntas para obtener información, sino para extender una invitación.
Jesús, Dios encarnado, le pregunta a Felipe dónde comprar pan para alimentar a la gente. ¿Por qué haría eso? ¿Crees que realmente necesitaba saberlo para ir a comprar pan? ¡Claro que no! La pregunta de Jesús no se trataba de obtener información, sino de una invitación a formar parte de algo más grande.
Jesús hace de lo “mísero” un milagro.
El héroe anónimo de esta historia es alguien que ni siquiera se nombra: un niño que ofreció su almuerzo. Seguramente, entre una multitud de 5000 hombres, alguien tendría algo para compartir, pero fue este joven quien dio un paso al frente y generosamente dio lo que tenía por el bien de los demás.
La generosidad no es una cuestión de cantidad, es una cuestión de corazón, y Jesús tomó lo que algunas personas considerarían miserable (cinco pequeños panes de cebada y dos pequeños peces) y lo multiplicó... y lo multiplicó... y lo multiplicó hasta que sobró.
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