Hecho invisible

Rebecca Wu | 19 de abril de 2022


Ese mismo día, dos de ellos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén. Conversaban sobre todo lo sucedido. Mientras conversaban y comentaban estas cosas, Jesús mismo se acercó y caminó con ellos; pero no pudieron reconocerlo.

Lucas 24:13–16

¿Alguna vez te has sentido invisible?

Hubo una época en la que mi esposo y yo nos turnábamos para afrontar pérdidas una tras otra. Enfermedades y muertes en la familia se sucedían una tras otra. Lo sobrellevamos lo mejor que pudimos y, por la gracia de Dios, nos fortalecimos juntos. Sin embargo, a veces me sentía invisible para mi esposo en los días difíciles, y él admitió sentir lo mismo. Era difícil vernos en duelo, sobre todo cuando el dolor no cesa. Cuando uno enfrentaba una nueva pérdida, el otro aún soportaba las antiguas. 

Aunque no podía esperar perfección de una relación humana, un Dios perfecto sin duda aparecería, ¿verdad? Pero yo también me sentía invisible para Él. No podía saber dónde estaba cuando me sentía confundida y perdida. Me preguntaba: ¿Acaso no le importa?

Al analizar el pasaje de hoy, vemos a dos personas hablando de lo que acababan de experimentar: traición, muerte y abandono. No lograban comprenderlo. Un extraño se acercó a ellos y hablaron con él, pero no pudieron reconocerlo. ¿Por qué Jesús no se les manifestó mientras caminaban? No lo sabemos; quizá quería darles espacio para conectar lo que acababa de suceder con todo lo anterior, desde el nacimiento y la muerte de Jesús hasta el impacto de todo el plan de salvación.

Un profesor me dijo una vez que quien trabaja aprende. En retrospectiva, puedo entender por qué Dios se ocultó de mí durante tiempos difíciles. Creo que me estaba invitando a crecer, dándome la oportunidad de lidiar con mis circunstancias y conmigo mismo. Dios se hizo invisible para darme espacio para estar presente y procesar. 

Al mirar atrás, ahora puedo ver que Dios estuvo ahí: deteniendo tumores, consolando corazones rotos, recomponiendo relaciones y dándome tranquilidad y soledad. Cuando pensaba que simplemente no aparecía, Jesús me dejaba espacio para que yo apareciera por mí misma, para crecer en valentía y madurez. A veces se necesita cierta invisibilidad para ver que Él estuvo ahí todo el tiempo.

Próximos pasos

  • Piensa en una ocasión en la que te sentiste abrumado y no pudiste ver a Dios, pero luego te diste cuenta de que Él estuvo ahí todo el tiempo. Agradece a Dios por ese momento y piensa en cómo podrías animar a alguien con esa historia.
  • ¡Es hora de empacar semillas! Únase a nosotros para llenar un millón de paquetes de semillas para nuestros socios globales. Obtenga más información y regístrese aquí.

21 días de oración

Jesús, quiero verte hoy. Ayúdame a vivir este día de una manera que me permita ser especialmente consciente de la realidad de tu presencia. Que pueda bajar el ritmo y renunciar a mis propios planes para poder reconocer que estás aquí conmigo. (Lucas 24:13-16)