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El fin de semana pasado, el pastor Dave nos habló sobre cómo cuidar nuestra salud para comenzar el nuevo año. Sin duda, nuestra salud es importante para nosotros, pero también lo es para Dios: «Las decisiones que tomo sobre mi salud me brindan la oportunidad de honrar a Dios con mi vida», dijo Dave. Y como también dijo Dave, la mayoría sabemos que necesitamos cambiar algo (nuestros hábitos de ejercicio, nuestros hábitos alimenticios, etc.), pero puede ser muy difícil empezar. Quizás más que eso, nuestra meta final puede ser tan ambiciosa —«Quiero parecerme a Michael B. Jordan/Emilia Clarke, quiero hacer ejercicio todos los días, quiero perder 23 kilos»— que nos sentimos derrotados incluso antes de empezar.

A medida que ponemos en práctica lo que hemos escuchado, tomémoslo con calma. Es importante tener metas, pero que sean realistas. Cambiar cualquier hábito lleva tiempo, incluyendo hacer ejercicio y comer mejor, así que empecemos poco a poco. ¿Qué puedes hacer hoy para estar más saludable? 

¿Puedes salir a caminar?

¿Comprar algo más nutritivo en el supermercado?

¿Reducir a la mitad tu capricho poco saludable favorito?

Sea lo que sea que decidas hacer, escríbelo en un diario, anota en tu teléfono o cuéntale a alguien tu logro. Como mencionó Dave en su mensaje, la responsabilidad es fundamental para lograr un cambio duradero, ya sea que tomes medidas para mantenerte en el buen camino o preguntes si puedes hablar con un amigo.

Cada día, avanza un poco, por pequeño que sea, y celebra esa victoria. Si fuera fácil, todos estaríamos comiendo de maravilla y en la mejor forma de nuestras vidas, pero es un reto y llevará tiempo. Apoyémonos en Dios y oremos por fortaleza y autocontrol constantes.

Y cuando nos saltamos esa galleta a escondidas, o nos saltamos el entrenamiento, permítanos ser indulgentes: si retrocedemos, volvamos a intentarlo al día siguiente. ¡Podemos lograrlo, Iglesia! En Dios, podemos lograrlo todo , un día a la vez.